26 mayo, 2012

Realidad engañosa.

Desembarcaste en una isla aislada de toda sociedad, totalmente paradisíaca. No conocías nada de lo que la componía. Solo veías arboles, pues en como toda isla sin urbanizar. Creyendo en el destino, te percataste de que si llegaste a ese estrambótico lugar fue por una orden suprema. Te llevó tiempo inspeccionarla, no obstante, durante esos dias descubriste grandes maravillas. Recibías un olor de pureza con un velo de inocencia. Al poco tiempo, después de haberte bronceado y haber aprovechado todo lo que un espacio tan pequeño te había ofrecido, empezó a llover, el sol se había escondido y las nubes reinaban en lo que fue un cielo de ensueño. Esos sucesos imprevisibles, te provocaron ansias de analizar más tu hogar. Los árboles tenian aspecto rancio, y las plantas eran devoradas por bichos de múltiple variedad.  Tu visión empezaba a emborronarse, la neblina lo cubría todo. No era más que una estancia momentánea, la cual creíste que podría ser para siempre.

Encontrarte con su corazón no fue lo mejor, pero tampoco lo peor. Lo idealizaste pensando que podía ser aquel que siempre buscaste y una vez perdiste.

No hay comentarios: