El público está gritando, llenos de euforia con arrugas en el rostro, deseando que tu marca sea un record olímpico, y que tu pie acaricie
la meta antes que todos los demás atletas, pues mueren por hacerte un esguince.
Es tu momento, tienes el instante idóneo para demostrar que todo por lo que has
luchado estos años, nunca fue en vano. Recorriendo estrechas rutas por tu honor
y desgastando los filos de los
acantilados que rozabas cuando olvidabas tu esencia, has caído en la cuenta que
sin estabilidad emocional, no cabe el honor. Es más, este concepto hace
referencia a tu dignidad, cosa que perderías rápidamente si huyeses de tu
‘análisis’ como persona. Un cobarde categórico como cada ricachón que admira
más su fama y su cuenta bancaria, que haber conseguido todos esos bienes
gracias al alma que lo constituye como persona. Da pena mirar a los ojos de
esos bien adinerados y sentir, que en el fondo tú eres más feliz. La base está
en que, ellos fueron a por el resultado, sin querer conseguirlo haciendo lo que
mas les apasionaba. Y ahora lo que sienten no es más que un vacío existencial.
Naturalmente, sacar un millón de euros de sus bolsillos no podrá realizarles
como persona, para obtener lo que todos buscan, la felicidad.
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