13 abril, 2013

Hasta que la muerte nos separe.

Estoy en el último kilometro de una meta que parece nunca finalizar. Estoy corriendo y sintiendo cada paso en el que arden mis pies. Ya ni escuchan la informacion que transmite mi cerebro. Son dueños de la inercia  ¿A donde se supone que estoy corriendo? O mejor dicho, ¿ de qué se supone que estoy huyendo? ¡Que gran afición la de huir! No es nada extraño tener este verbo en la lista de favoritos. De vez en cuando lo borro. Aunque mi mano tiende a añadirlo a la carpeta. No he llegado a acostumbrarme a la idea de que para actuar hay que pensar.  Una de las manias de la niñez que siguen vigentes en la supuesta no-niñez. Ahora mis piernas están absolutamente inmovilizadas, y lo unico que hago es vomitar palabras de impotencia, desesperanza y miedo. Sí, mucho miedo. 

He dejado de saber si soy esencialmente humana o realmente animal. Tengo una severa sospecha de que como persona es estrictamente necesario establecerse unas metas para autorrealizarse. Y luchar hasta que te desvanezcas en el intento. Es esa mi carrera. Sin embargo, mis ojos han estado siempre nublados por la ambición, como un animal. Da igual la realidad que te pertenezca, triunfar es la unica opción. El gran dilema es si te has hecho poseedor de un sueño que no está a tu altura. Existen los artista de vocación, los cerebritos o gente normal que solo está para abultar las grandes explanadas de tierra que componen la Tierra. ¿Quién soy yo? Quien sabe...

Años atrás decidí casarme con  la esperanza. Los rumores vuelan y cuentan que nació con el fin de impulsar todo tipo de voluntad para creer que eres quien sueñas con ser, pero tambien dicen que la ilusión y las mentiras la aniquilan y entierran en el universo infernal que subyace bajo esta vida. Es ella quien unico me hace creer en ella, asi que espero no defraudarme y saber que la carretera que marco con mi sudor no es en vano.

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