26 junio, 2013

No somos nosotros las victimas en este mundo.

Esta noche y afortunadamente, en mis sueños, mi alma esta soltando lágrimas sin tino, un gran compañero ha partido del hogar. Da miedo pensar que mi perra, la primera que me acaricia todas las mañanas sea llevada por las 'cosas de la vida'. Sin embargo, dejando un poco apartado mi amor egoísta,  y retornando a la realidad, da terror ver una mujer con dos hijos en los brazos pidiendo dinero. En mi rutina matutina mientras voy camino a educarme, otros sucumben a la calle para alimentarse. Mi piel se pone de escarpias al recordar las miradas de la gente corriente por la calle. Pupilas agarrando el sufrimiento, la impotencia y la gran desesperanza. ¿A qué aferrarse cuando ya no eres dueña de tu futuro? Cuando lo básico de tu vida ha desaparecido. Perdón, te lo han robado. Nos han robado. Han entrado en la vida de las millones de personas que componen España y han arrasado con lo poco que tenemos. Pues los que tenían tesoros, ahora tienen minas de diamantes. Mientras se empobrece a un país, siguen exterminando a aquellos que sencillamente no tienen nada. Porque este texto no va sobre España. No por favor, tan egocéntrica en estos tiempos tan duros, no. La causa de nuestro insomnio, nuestras pesadillas, la enfermedad que termine en fobia, debería ser la descomunal extinción que están sufriendo el tercer mundo, África. Extinción, explotación, expropiación de vidas u holocausto. Todos los términos son validos para denominar la barbaridad que todos toleramos. Hemos asumido como normal imagenes de niños en huesos pero con un brillo inmenso en sus sonrisas. Es la típica imagen. Y encima tenemos la cara de decir que ellos son mas felices. Claro, la ignorancia de no conocer el mundo occidental tan horroroso, es mucho mejor ¿Y se supone que eso es una escusa valida para permitir que día tras día mueran centenares de personas por las condiciones infrahumanas que, repito, permitimos? Explotamos tierras cultivadas, alimentos que podrían ser propiedad de sus verdaderos dueños y además los capitalistas de turno los compran a un precio mínimo para venderlo a uno descomunal. Todo es cuestión de saturar los bancos con billetes de quinientos, a pesar de provocar que miles de países pasen hambre. Pero eso sí, gastarse el dinero nunca. Mano de obra de ocho años de edad que sale baratito. ¿He dicho que todo esto me da miedo? Bueno, pues me retracto; definitivamente lo que absolutamente mas terror me da es no tener confianza en mi raza, la humanidad. Tanta avaricia, ambición, egocentrismo y prepotencia. ¡Tanta soberbia! Fieles seguidores de Dios, y aun así siendo unos pecadores natos. Nadie se escapa. Ni yo. No cerramos los ojos. Observamos, escuchamos, incluso nos compadecemos, pero mas tarde o temprano nos olvidamos de aquellos que hacen que nuestra vida sea un lujo.

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